WALL, ALEJANDRO
Lionel Scaloni ingresó al templo de los entrenadores-dioses, y seguirá allí hasta que la última pelota deje de rodar en Argentina, sin que los hinchas supieran mucho de su historia. El constructor menos esperado de la selección -nuestro Ministerio de la Alegría- esculpió su obra en movimiento, primero durante los cuatro años en los que eludió con savoir faire a los críticos que dudaban de su falta de antecedentes y luego, ya bendecido por las multitudes, durante Qatar 2022.
Pero aun sin la biografía previa de sus dos predecesores en la gloria, César Menotti y Carlos Bilardo, la tercera estrella no fue un edificio sin planos. Scaloni construyó su cabeza futbolística durante 30 años, primero en su no tan conocida carrera como futbolista, lejos de los focos principales -porque fue más un jugador de entrega que de habilidad y porque nunca pasó por los llamados clubes grandes- y después como integrante del cuerpo técnico en el desorden de Rusia 2018. Todo lo que comenzó a aplicar en la selección desde septiembre de 2018 lo había aprendido desde sus orígenes en el fútbol, a inicios de los 90.